Según la directiva Europea de hidrocarburos, las estaciones de servicio, cambian sus combustibles a verano a partir del 1 de mayo y a invierno a partir del 30 de setiembre.

El motivo es la diferencia de temperatura que hay en verano y en invierno. Por esto es necesario modificar los parámetros de vaporización del combustible. Este efecto se regula mediante los aditivos que se añaden:

• En el caso del gasóleo: estabilizando su comportamiento y optimizando su inflamación durante la combustión.

• En el caso de la gasolina: estabilizando su comportamiento y optimizando su inflamación durante la explosión.

Con temperaturas bajas, es necesario aumentar la presión de vaporización, ya que los vapores de la cámara de combustión no son suficientes para el arranque.

En verano, en cambio, no es necesario añadir ningún aditivo, puesto que con los vapores que hay en la cámara de combustión es suficiente.

La diferencia en su composición química tiene que ver con su capacidad de evaporación. El combustible de verano dispone de una presión de vapor de entre 45 y 60 kPa, mientras que el de invierno aumenta estos valores hasta 90 kPa.
Por lo tanto, en invierno se reposta combustible con mayor capacidad de evaporación con el objetivo de mejorar el arranque y su quema.

En el caso del diésel, las propiedades del gasóleo que más cambian son las que tienen que ver con el punto de congelación. Esta propiedad, conocida como Punto de obstrucción del filtro de frío, se refiere a la cristalización que pueden sufrir las moléculas del gasóleo a una temperatura baja.
Por lo tanto, el objetivo de las propiedades del diésel de invierno son dificultar su congelación mediante aditivos y, así, facilitar el arranque del motor en frío.

Con una baja evaporación, en unas temperaturas bajas, el arranque del motor puede tener más inestabilidad. También su funcionamiento mientras el propulsor no consiga alcanzar su temperatura. Esto afecta sobre todo en vehículos más antiguos.

Si se utilizase gasóleo de verano en invierno, sus componentes parafínicos pueden convertirse en sólido. Esto puede ocasionar problemas en el arranque y en la combustión, dado que el gasóleo podría obstruir los filtros y el circuito de alimentación.

Las estaciones de servicio, están preparadas para cambiar de etapa cuando llega el momento, por lo tanto, ningún usuario puede encontrarse un hidrocarburo erróneo en el momento de repostar.

Estos problemas ocurren en el caso de vehículos que, por diversas circunstancias, han estado parados durante mucho tiempo y sobre todo, en invierno, se quieren mover. Si es el caso, lo mejor es llenar cuanto antes el depósito en una estación de servicio y, así, asegurar que el “nuevo” combustible aporta las propiedades adecuadas a la época del año en la que nos encontramos.